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José María Cruxent de joven. |
José María Cruxent
Nació en Sarriá, cerca de Barcelona, España, en 1911, símbolo de la gente que va a pie, concuerda con mi personalidad, porque soy un andariego", expresa él mismo. Su vida ha sido un continuo andar: "trota patria, trota bosque, trota ríos y trota selva" lo definió con acierto don Alfredo Boulton, quien también señala que caminar por Venezuela, recorrer sus rutas y explorar sus sitios, ha sido la tarea esencial de José María Cruxent.
Adentrarse en la prehistoria de Venezuela ha sido su misión. Muy pocos como él conocen el campo arqueológico venezolano, desde el Delta del Orinoco, río de cuyas fuentes fue uno de los descubridores, hasta Los Andes, pasando por Cariaco, Barinas, Falcón, Los Llanos y Nueva Cádiz de Cubagua, ciudad cuyas ruinas desenterró". El hilo conductor de ese camino, es el ”alma de los objetos": "cualquier cosa que cae en mis manos" dice, si no tiene alma, no me interesa".
El testimonio de los profesionales, discípulos y amigos cercanos a Cruxent ofrece una interesante visión acerca de su compleja y polémica personalidad. Alberta Zucchi, antropóloga alumna, lo define como “un gran observador y un hombre fundamentalmente de campo; un hombre de olfato, de percepción, de conexión. Puede haber visto un objeto veinte años antes, quién sabe en qué lugar, y puede conectarlo con algo que acaba de ver en estos momentos. Y tiene el don, al mismo tiempo, de extraer de allí una nueva interpretación que sirva modernamente para algo..."
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José María Cruxent y un nativo americano. |
La infancia de J.M. Cruxent transcurrió en su pueblo natal. Las primeras imágenes testimoniales, han sido armadas con los recuerdos narrados por él. Todos ellos conducen hacia la estructura de una personalidad que integró, desde niño, una extraordinaria sensibilidad hacia la naturaleza que le permitía saber entenderse y comunicarse con el "hombre natural primigenio; una inmensa fuerza intuitiva que le aprodma a la alquimia, al conocimiento de la magia; un gran interés por el hallazgo, por la búsqueda de objetos enterrados; una imaginación desbordada hacia las leyendas que podría remitir a las lecturas de viajes fantásticos por las cuales atraviesa todo niño (Julio Verne, por ejemplo) y dotes hacia el dibujo y la pintura que ponía en práctica rayando una pared.
Fuente: Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.
Sitio web: http://www.ivic.gob.ve/
También puedes consultar la página web de la Fundación José María Cruxent:
http://www.fundacionjmcruxent.com/